4 mar 2013

El hombre invisible



Las medidas políticas, sociales y económicas de un gobierno indecente, que soslaya los derechos y las realidades de sus habitantes puede otorgar superpoderes a los mismos. ¿Cómo? El hombre invisible es una muestra del gran fallo de este sistema neoliberalista que nos aqueja.

Por: Daryen Andrés Álvarez Barajas


 ¿Quién no ha soñado con tener superpoderes cuando eramos niños? las fantasías de todo niño discurría entre múltiples características que, de alguna manera u otra, ibamos a adquirirla peculiar o extraordinariamente. Un meteorito, una radiación nuclear, padrinos mágicos o monstruos de otras dimensiones nos iban a otorgar capacidades sobrehumanas para hacer el bien. Viajábamos en nuestra imaginación realizando hazañas heroicas, ayudando el prójimo, convirtiéndonos en el más popular del pueblo o siendo afamado por los medios. Pues bien, mi superpoder favorito era la invisibilidad. Seamos sinceros, esta habilidad poco sirve para enfrentar villanos o prevenir desastres. Pero tenía otros usos. Tal vez mi mente maliciosa se desarrollaba más veloz que los demás chicos y ansiaba, entre otras cosas, oír conversaciones de mis padres sobre mis pésimas calificaciones. Tal vez para espiarlos cuando se encerraban en el cuarto y hacían ruidos aterradores, ocasionándome insomnio en esas noches lluviosas. Tal vez para entrar al vestidor de damas y fomentar esa explosión hormonal en mi interior. Tal vez para hacer travesuras a mis maestros y salir ileso en el intento. Tal vez para desaparecer de mi familia y amigos en esos momentos de angustia, tristeza o amargura. Tal vez para simplemente pasar desapercibido por la sociedad que me rodea, esa aglomeración de personas que te arrebata los sueños cuando crees que ya están a tu alcance... 


Hoy, tres décadas después hago un recuento de mis ilusiones, quimeras y utopías en un pequeño rincón de una casa abandonada. Observo sollozante el itinerario que he recorrido, acariciando fotografías deterioradas de una juventud y adolescencia que nadie podrá devolverme. Escucho con atención, mediante una radio antigua, las noticias de mi país, ese territorio biodiverso, multicultural y próspero que nos retrataban en clases de primaria, sin embargo, resultó siendo la mayor distopía de mis más profundas ilusiones. Leo con ira y resignación el periódico del día. Esa fibra celulosa que aguanta cualquier falacia económica, cualquier injuria social, cualquier hipérbole política, cualquier ignominia nacional, cualquier estadística distorsionada, cualquier cosa que el hombre pudiera tergiversar para su beneficio. Hoy,  tres décadas después me acompaña un amigo pulgoso, un viejo canino de ojos marrones, de largas zancas, dentadura afilada, cuerpo robusto y un semblante satisfecho. Satisfecho de una vida incompleta, de una vida tacaña, de una vida vacía, de una vida que ambos compartíamos. También, me lleno de alborozo al decirlo, poseo entre mis pocos bienes, mi diploma de bachiller y una insignia de buen desempeño. ¡No saben cuanta hilaridad produce ver y palpar, mañana tras mañana, un retazo de cartón y una figura de cobre desgastada por el tiempo, recordando una época de logros y objetivos! No obstante, mi gran tesoro se encuentra en un sobre sucio que guardo con recelo. Allí, una carta de amor, escrita con una mano delicada y fina, expresó alguna vez sus íntimos sentimientos a este andrajoso sujeto, que con lágrimas en sus ojos extraña su piel tersa, su cabello castaño, sus ojos hipnotizantes y su sonrisa radiante. 

Hoy, tres décadas después, sentado en una banca de un parque público, este hombre de vestiduras harapientas y aspecto delictivo les afirma, con oprobio e ironía,  que los superpoderes si existen. Hoy soy el hombre invisible. El hombre invisible por una familia ausente, el hombre invisible por un gobierno indiferente, el hombre invisible de un reloj que no se detiene para esperarte. Esperar tus ideales, esperar tus frustraciones, esperar tus éxitos. Tal vez por fin he conseguido pasar desapercibido por la sociedad que me rodea, esa aglomeración de personas que te arrebata los sueños cuando crees que ya están a tu alcance... 

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